Cuando pasamos por malas experiencias
desgraciadamente estas se quedan ligadas a nosotros de una manera u otra.
Cuando el dolor llega
se queda impreso en nuestras células por un tiempo indefinido… quizás infinito.
Lo triste de esto
lo lamentable, absurdo e infantil en el ser humano,
es que pagamos estas frustraciones con quien nos rodea
amigos, familia.. Pero nunca con desconocidos.
Somos tan sumamente imperfectos
que sin querer (porque nunca es deseada tal actitud)
mordemos la mano que nos acaricia, la que nos alimenta, la que nos puede servir de consuelo.
Adoro la imperfección del ser humano.
Odio la injusticia.
Me equivoco, tropiezo, me vuelvo a levantar… y me disculpo.
Me disculpo quizás una cantidad excesiva de veces.
Pido perdón por mi, por hablar, por ser, por respirar.
He sido insultado, señalado, adorado y reprendido tantas veces, que ya puedo considerar estas actitudes normales en mi día a día.
No es fácil ser cerebro, el corazón muchas veces se empeña en ocupar mi lugar y... Quizás demasiadas veces lo consiga.
NO puedo medir cada palabra, pero si cada pensamiento que impulsa la voz que escupo.
NO puedo caminar bajo la lluvia sin mojarme,
NO puedo no escuchar los gritos que me improperen al oído.
Tan solo me queda seguir encajando los golpes.
Fdo. El cerebro de cualquiera nublado un día de tormenta.
(he sido receptor y participante, comparto vivencias propias y ajenas….que nadie se ofenda por mis palabras)