De cara a la pared.


Me encuentro como un niño castigado de cara a la pared.
Con ese pellizco en el estómago que apenas respirar deja,
temiendo una reprimenda del severo colegiado que aquí me tiene sometido.

Mis compañeros se burlan de mi.

Nadie sabe a que se debe este aislamiento, ni yo mismo encuentro una razón coherente.

¿Utilizará su regla de madera contra el dorso de mis manos?
¿Cargará mis pequeños brazos de libros pesados para que mis músculos se entumezcan y así reciba mi merecido escarmiento?
¿O serán las temidas ‘orejas de burro’ colocadas sobre mi cabeza de infante perdido?

No me atrevo a mirar a su cara,
me asusta el gesto que puedan contener sus ojos,
temo preguntar qué hice..

¿Le insulté con mi falta de conocimientos?
¿Insistí en exceso por no comprender la lección que impartía?

Continúo de cara a la pared,
aguanto la respiración para que no se escape el sonido de dolor y vergüenza de mi boca.

Seguiré apretando con fuerza mis `párpados, para no ver como mis lágrimas calan mis finos calcetines de hilo.

Seguirá lloviendo sobre mis raídos zapatos de ante.

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